INTRODUCCIÓN GENERAL
Yasser Arafat[
La revolución palestina no es sólo el arma del luchador por la libertad, sino también la pluma del escritor, el pincel del pintor, las palabras del poeta
Los palestinos, queridos lectores, han tenido la desgracia y la felicidad al mismo tiempo, de haber nacido en un territorio donde confluye Europa, Asia y África y que, además, se encuentra ubicado en medio de un mar de petróleo. Pero la tierra en que vivieron históricamente está ocupada hoy por otros.
De la Palestina árabe de limoneros, olivares y cereales, no queda prácticamente nada. Hoy por hoy, gracias al imperialismo, el sionismo, las monarquías y los gobiernos reaccionarios árabes, así como al colaboracionismo de ciertos sectores palestinos, el pueblo palestino ha sufrido la pérdida de más del 85% de su territorio histórico. Más de la mitad de su población se encuentra dispersa en el mundo y no puede volver a su patria, mientras que la otra vive hacinada y bajo constante amenaza, enfrentando como pueblo una profunda crisis política y económica.
En el grueso del territorio de lo que ayer fue Palestina lo que hay es una entidad artificial que tuvo su origen en la política imperialista británica y de Estados Unidos, siendo reconocida oficialmente como “estado de Israel” desde mayo de 1948 por la ONU. Una organización que asignó para esos fines un territorio que no le pertenecía avalando, entre otros aspectos, la promesa de asignación que el Imperio británico había hecho al movimiento sionista sobre un territorio que tampoco era suyo, otorgándose ambos el derecho de despojar a los palestinos de sus tierras y dando, además, la ONU, ropaje legal a dicho proceso y también al exterminio de su población. Proceso que está aún vivo y ha proseguido desarrollándose sistemáticamente en el tiempo con el objetivo de hacerlos desaparecer.
Los palestinos, entonces, han sido víctimas, no sólo de su posición geográfica, sino también – y/o quizás por ello – de los disímiles y a veces contradictorios intereses geopolíticos que se reflejan en la zona y en el mundo. Por lo que su situación no ha sido sólo el resultado de las ambiciones de esa entidad artificial llamada “Israel”, sino también de los intereses geopolíticos de otros países y, sobre todo, de los del imperialismo norteamericano. Un imperialismo que lucha por sobrevivir a toda costa y por mantener su hegemonía en el Medio Oriente en un doble sentido, o sea, tanto controlando los recursos energéticos de la zona, como utilizándola de pilar en su confrontación con sus dos grandes contrincantes, Rusia y China. Todo lo cual exige examinar la dinámica de palestina a partir de ponerla en la propia dinámica de su contexto histórico a través de los años.
En ese sentido, el propósito de esta obra, precisamente, es analizar las interrelaciones entre el proceso de despojo de los palestinos de sus tierras y de exterminio de su población – lo que en él se denomina el Proceso de Penetración, Ocupación y Destrucción de Palestina -, y sus condicionantes geopolíticas, o sea, las condiciones en que el imperialismo ejerce el poder y se asegura el dominio económico y político en el mundo actual y, en particular, en la región del Medio Oriente. Y su fin es identificar las claves principales que caracterizan la lucha palestina hasta hoy.
Dos cuestiones, sin embargo, surgen aún ya sin abordar ese análisis, condicionantes ambas de la indagación. La primera está referida a la propia delimitación del concepto de “Palestina”, dado que los palestinos no sólo han sido despojados de su territorio, sino también de su historia como pueblo, negándoseles hasta su propia identidad específica. Lo que obliga a definirlo desde un inicio, mostrando sus características como sujeto de análisis. Y, la segunda, se refiere a la necesidad de establecer el elemento general que propicia y enlaza tanto la dinámica interna palestina, como el vínculo de ésta con la dinámica de su contexto histórico. Elemento sin el cual, además, no existiría el fenómeno analizado[2].

El término Palestina
Palestina formó parte desde tiempos muy antiguos de la Creciente Fértil (ver Ilustración 1)[3], privilegiada región histórica por la cual se conoce el área que limita al norte con la cordillera del Cáucaso y al sur con el desierto de Arabia, y que se extiende desde la propia Palestina hasta los montes Zagros, al suroeste de Irán, la cual se ubica – en términos actuales – en lo que se denomina hoy Asia Occidental[4].
La historia de la Creciente Fértil se remonta aproximadamente al año 6000 a. C., siendo la cuna de grandes imperios[5], como el Acadio, uno de los más antiguos, y en ella se desarrollará también el Imperio asirio y el babilónico[6]. Parte de ella será incluida en el Imperio egipcio y su gran mayoría formará parte del Imperio persa y del macedónico. Y ya en nuestra era, del romano y del bizantino, siendo integrada, asimismo, al Imperio islámico y a los califatos que se establecen en ella durante la expansión musulmana[7].
La Creciente Fértil incluye el Levante y Mesopotamia. El Levante o Máshreq (en árabe) comprende los territorios al sur de los montes Tauro, limitados por el mar Mediterráneo al oeste, el desierto árabe al sur y Mesopotamia al este. Esta ocupado hoy por el Líbano, la entidad sionista y lo que queda de Palestina, junto al occidente de Jordania. La zona ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates se conoce, a su vez, como Mesopotamia y es la que limita al este con los montes Zagros. La misma se divide en dos grandes áreas: la Alta Mesopotamia o Al-Jazira – donde alrededor del año 2600 a.C. se fundó la ciudad de Assur, denominándose Asiria a la región en torno a ella -. Esta primera área está conformada por las tierras altas y la gran planicie del noroeste del actual Irak, y el noreste de la actual Siria, la cual tiene entre sus principales poblaciones a Mosul, Deir ez-Zor, Al Raqqa, Nínive, Hasaka. La segunda área es la Baja Mesopotamia, donde fue fundada Babilonia, que se convirtió en capital de un vasto imperio bajo el mandato de Hammurabi en el siglo XVIII a. C., allí se asientan en la actualidad ciudades como Samarra, Bagdad, Kerbala, y Basora.
Estos territorios están asociados principalmente a los orígenes de la agricultura y la ganadería y a las primeras sociedades durante la Edad de Bronce. En la Baja Mesopotamia surgen las primeras comunidades agrícolas alrededor del año 7000 a. C., naciendo los primeros asentamientos permanentes hacia el 5000 a. C. (Hassuna-Samarra y Halaf). Hacia el 2350 a. C. se puede hablar ya del nacimiento de la cultura urbana con el surgimiento de las primeras ciudades-estado que, como Ur y Kish, compiten con la primera ciudad que fue creada por los sumerios, Uruk, la ciudad de Anu, el dios del cielo[8].
En el Levante, al sur del lago de Tiberíades (hoy llamado mar de Galilea por los sionistas), se encontraron restos de antiguos humanos que vivieron en los períodos paleolítico y mesolítico. Así, desde fines del periodo mesolítico en adelante, y desde este último período que da paso al neolítico (10000 y 5000 a. C.), puede hablarse en esa región del establecimiento de comunidades agrícolas sedentarias asociadas inicialmente a las culturas “Natufiense”, término acuñado por haber sido estudiada en la cueva Shuqba en Wadi an-Natuf, en las montañas de Cisjordania[9], y la “Yarmukiana”, descubierta en el Valle de Yarmurk, y otras, pues se han encontrado también instrumentos de cobre, piedra y artefactos – pertenecientes al periodo Calcolítico (5000 y 3000 a. C) – cerca Beersheba y el Mar Muerto. Se puede hablar también de Jericó, la ciudad más antigua del mundo, con más de 7500 años de historia conocida, cuyos habitantes empezaban ya a cultivar cereal y domesticar el cerdo y la cabra, cuyos restos arquitectónicos mostraron una comunidad avanzada, obra de trabajadores hábiles. De estos períodos data la fundación de Jerusalén- también conocida como Ur Sadem, Ciudad de la Paz -, con alrededor de 7000 años. Así como también la fundación de otra serie de ciudades estados, como por ejemplo Megiddo, Gézer, Beit Shean en la salida del valle hacia el Jordán, fundadas entre los años 3500 y 3150 a. C., momento en que en el Levante es referido como Canaán – o Retenu o Djahi para los egipcios, Imperio bajo cuyo dominio se encontró también alrededor del siglo XV a. C. al XII a. C. [10].
Canaán, por consiguiente, fue poblada desde épocas antiquísimas siendo, por su propia situación geográfica, secular conglomerado de razas y pueblos. Mezcla surgida de la fusión de cananeos, filisteos, amorreos, ugaritas y otros muchos. Todos ellos en lo fundamental, pueblos que comparten rasgos culturales y lingüísticos, originarios del desierto de Arabia y Mesopotamia en Medio Oriente. Estos elementos son precisamente los destacados por algunos eruditos cuando señalan, por ejemplo, que: donde los árabes se habían establecido sedentariamente … fueron, según todas las apariencias, un pueblo tan civilizado como los egipcios, los asirios, etc.[11]. Civilizaciones que al igual que la sumeria se encontraba en pleno apogeo en el año 2800 a. C. Y también cuando sesubraya que es Palestina, desde la prehistoria, adonde, a partir de la cantera árabe, no cesaron de emigrar o de establecerse, de una manera casi continua, nómadas procedentes de Arabia, y se asentaron algunas veces, de forma temporal o definitiva[12].
Los hechos y sucesos acaecidos en los primeros períodos arqueológicos e históricos de toda esta zona y particularmente en el Levante, sin embargo, han sido reclamados por Occidente como parte de su herencia religiosa a través de la Biblia. Reclamación que los sionistas supieron aprovechar, convirtiéndola en parte de su narrativa fundacional, como historia de la entidad sionista.
Esa historia, no obstante, ignora la herencia histórica, entre otros aspectos, de la presencia en Canaán de los filisteos, ardorosos guerreros que, asimilados a la civilización cananea dan, desde finales de la Edad de Bronce su nombre “Peleset” – por los “pelishti”[13] (filisteos, según Isaac Asimov)- a la región. De ellos proceden, precisamente, los palestinos los cuales residían desde ese siglo, como señalan el teólogo alemán Martin Noth y el profesor italiano Mario Liverani en la parte meridional de la llanura costera de Palestina, en el litoral al sur del Monte Carmelo, así como en la llanura de Jezreel (Yizre’el) o llanura de Esdrelón, que pasa al pie de éste[14]. Se sabe, además, de sus victoriosos esfuerzos por expandirse y dominar algunas zonas de Cisjordania.
Su presencia se atestigua por primera vez en las inscripciones egipcias de la época del faraón Merneptah (finales del siglo XIII a. C.) y de Ramsés III (principios del siglo XII a. C.); en particular en los relieves del Templo de Ramsés III en Medinet Habu, entre 1183 y el año 1153 a. C., donde aparece que a esta región se le llama Peleset. Y sobre ellos existen innumerables evidencias arqueológicas que demuestran que se desarrollaron en estrecha vinculación con la economía mediterránea y estuvieron sujetos, en consecuencia, a los mismos procesos y situaciones regulares de la región (léase procesos migratorios, conquistas, invasiones, epidemias, hambrunas problemas climatológicos, desastres naturales, etc). Todo ello, entre otros aspectos, niega la afirmación sionista de que la población indígena de Palestina fue borrada de la faz de la tierra por las incesantes oleadas de merodeadores que barrieron su paisaje. Lo que está lejos de la realidad y más bien es un burdo intento de borrar la historia e implantar una a la medida de la colonización.
Lo real es que, en ese tiempo, como en toda época – como muy bien explica el arqueólogo y filólogo australiano Gordon Childe -, el abastecimiento obtenido… a través del intercambio de excedentes, de la importación, no era suficiente para satisfacer las exigencias de los imperios que rodeaban la zona del Levante. Por lo tanto, se facilitaron y regularizaron las expediciones por la fuerza, recorriendo los ejércitos las rutas abiertas por las caravanas de mercaderes. Después hicieron intentos por posesionarse de las fuentes de abastecimiento y por conquistar los países exportadores, extendiendo sus dominios subyugando regiones geográficamente distintas que eran fundamentales para la estabilidad de su economía. De este modo, se embarcaron en una serie de conquistas imperiales… En general, los imperios era simples mecanismos recolectores de tributos… Por lo demás las monarquías orientales eran creadas por la guerra, mantenidas por las guerras continuas y destruidas por la guerra[15].
La costa levantina y, en particular, la palestina, fue también una importante zona comercial al estar ubicada en el centro de las rutas que enlazaban los tres continentes siendo, a su vez, el centro de tres importantes rutas comerciales: La Ruta Costera, Vía Maris o Ruta de los Filisteos entre Egipto y Mesopotamia, que conectaba Gaza y la costa del norte de Palestina a Jaffa y Megiddo, bifurcándose hacia Fenicia y Damasco. El llamado Camino del Rey fue la segunda. Comenzaba por el sur en Egipto y se extendía por la Península del Sinaí hasta Aqaba. Desde allí giraba hacia el norte dirigiéndose hacia Damasco y al río Éufrates. La Tercera fue una ruta regional denominada la Ruta de la Colina la cual recorría el centro de Palestina pasando por la ciudad de Jerusalén[16]. Por ello, durante siglos, fue el escenario de distintos conflictos bélicos entre los pueblos que la rodeaban, los cuales intentaban mantener el control del lucrativo comercio que discurría por la zona. Lo que significa, en consecuencia, que la región levantina atrajo la atención de las potencias vecinas que necesitaban controlar esas rutas ya fuera por poder o con fines comerciales y/o militares. Conflictos que han caracterizado su transitar a lo largo de su historia, y lo sigue caracterizando hoy.

Dinámica de la zona
Si nos remontamos a la antigüedad y echamos una rápida mirada a la historia de la zona antes de nuestra era encontramos que, mientras los asirios del siglo XVI al XI a. C. – que tenían en ese momento el poder en el norte de esa zona -, se enfrentan a numerosas invasiones, en la parte más occidental de ésta (que se encontraba bajo dominio de Egipto), se inicia la formación de pequeñas ciudades-estado entre los siglos XIII y VIII – entre ellas, como vimos, las filisteas, en que decae el poder egipcio y aún Asiria y Babilonia no eran lo suficientemente fuertes. Esta situación cambia con el avance hacia el occidente de los asirios entre los años 750 y 640 a. C., y luego de los babilonios entre 610 y 550 a. C., y la conversión de algunas de las regiones levantinas en provincias suyas entre el siglo VIII a. C. hasta inicios del siglo VI a. C. en que llegan los persas, surgiendo el Imperio aqueménida (año 538 – 332 a. C.).
En el 535 a. C., Ciro II el Grande crea una sola provincia de Babilonia y «la tierra al otro lado del río», es decir, los países situados al oeste del Éufrates – región nombrada Eber-Nari (en acadio) o Abar-Nahará (en arameo) -, quedando todo el territorio de Mesopotamia y el Levante unido bajo el Imperio aqueménida en una sola zona la que, al parecer, empezó a llamarse Siria, como una derivación del término “Asiria”.
Según señalan varias fuentes, el nombre de Siria deriva originalmente del término Asiria. Después del colapso del imperio asirio a fines del siglo VII a. C., el nombre de Asiria se transfirió gradualmente a Siria. Esto podría explicarse por el hecho de que los restos del ejército asirio se retiraron al territorio sirio para sufrir allí la derrota final. Los autores griegos, siguiendo a los persas, generalmente dan el nombre de Asiria a Siria, considerando a esta última como una contracción de «Asiria»[17].
En algún momento después esa provincia se dividió en dos unidades administrativas de igual estatus. Una que abarcaba el territorio de Babilonia y el resto de Asiria, y otra formada por el territorio situado al oeste del Éufrates, formando esta última la V satrapía (o provincia) persa. El término “Palestina” es usado por el historiador griego Heródoto de Halicarnaso para referirse a la parte sur de la costa de esa extensa satrapía en el Libro I de su obra Las Historias[18], en la cual designaba a los habitantes de la costa al sur del Carmelo hasta Gaza como «sirios que se llaman filisteos«. Lo que no es casual ya que se sabe que en la losa Nimrud[19], que resume las primeras conquistas del Imperio Neoasirio (año 934 – 625 a. C.), Palestina es llamada región Phalashtu, Philistu o Palastu, o sea “Tierra de los filisteos o palestinos”. Todo ello hasta que Alejandro Magno en el 331 a. C. sometió todas las satrapías persas, pasando la parte al sur del río Éufrates, convertida en Celesiria (o Siria Coele) a manos de su sucesor, el Imperio seleúceda (año 332-63 a. C.). Período en que el filósofo Aristóteles, en su obra Meteorología – escrita entre el 335 y 323 a. C. -, llama Palaistiné a la región occidental de Celesiria, como antes lo había hecho Heródoto. Otros historiadores y geógrafos griegos del siglo II a. C, también lo hicieron. Igualmente escritores romanos del siglo I antes de Cristo, así como otros del siglo I ya de nuestra era llamaron a esta región costera «Tierra de filisteos»[20]. Entre ellos Filón de Alejandría y el historiador judeo-romano Flavio Josefo.
A su vez, en uno de los Libros de Historia natural de Plinio el Viejo, éste indica que, la costa que está ocupada por Siria, una vez la más grande de las tierras (refiriéndose evidentemente al imperio asirio), ahora se reparte en una multitud de divisiones con diferentes nombres[21]. Y señala que la parte adyacente a Arabia se conoce como Palestina, que se inicia a la salida del Lago Sirbon – ubicado en la costa mediterránea de la Península del Sinaí, perteneciente a Egipto, denominado hoy lago Bardawil -, y cuya ciudad más al norte era Cesárea (antigua ciudad costera de Palestina, a 32 millas al norte de Jaffa) la cual, en ese momento (años 70) -señala -, se llamaba Prima Flavia, a continuación de la cual comenzaba Fenicia constituyendo por eso para él el límite de Palestina.
En efecto, Siria se convierte en una provincia romana en el año 64 a. C., pasando a ser un solo y gran territorio al integrarse, por influencia de su conquistador, el general romano Pompeyo, las ciudades palestinas a la provincia de Siria. Esta organización dura hasta el reinado de Herodes el Grande (37 a. C. – 4 a. C.), pero se retoma cuando Adriano, en el año 135 d. C., crea de nuevo la provincia de Siria-Palestina[22]. Posteriormente, tras la división del Imperio romano entre Oriente y Occidente en el siglo IV, Siria forma parte del Imperio romano oriental, o sea Bizancio, siendo durante el período Bizantino (330 – 636) que esa zona es reorganizada. La división territorial que impero es la que a finales del siglo IV, en torno al 395 d. C., había cambiado la denominación de algunas provincias pero que seguía el esquema de ocho partes, a saber: Siria Primera (Antioquía), Siria Segunda (Apamea), Fenicia Marítima (Tiro), Fenicia del Líbano (Damasco/Emesa?), Palestina, con tres provincias – Palestina Prima, Secunda Palestina y Palestina Tertia (Salutaris que incluía Negev y el Sinaí), Arabia (Bostra), Mesopotamia (Cyrrhus), y Osrhoene (Edesa)[23].
Cuando en el siglo VII a esta zona llega el islam – y no los árabes, como comúnmente se plantea, pues éstos vivían allí hacía muchos años atrás–, esta región se convirtió en la base del término islámico medieval para el área geográfica de Bilad al-Sham[24] que a menudo se refería a las dos provincias musulmanas de Damasco y Alepo[25]. Y, al igual que el resto del imperio islámico, fue organizada en provincias, las cuales en general se identificaban con sus ciudades capitales.
Así, bajo el califa Umar ibn al-Jattab se crea la provincia Jazira en los tramos superiores el Tigris y el Éufrates hasta Samarra y, en la parte sur de esa zona también las provincias de Kufa (que en el 749 será la capital de los abasíes hasta que ésta fue trasladada a Bagdad en el año 762), y Basora.
Por su parte, el califa Muawiya ibn Abi Sufyán, dividió el territorio de Siria en cinco provincias (o junds) militares: Dimashq (Damasco), Hims (Homs), al-Urdunn (del Monte Líbano al Valle del Jordán) y Jund Filastin (que une Ayla y Ramla), añadiendo con posterioridad un quinto distrito, el Jund Qinnasrin (luego Alepo)[26]. De esa forma, Jund Filastin fue una de las provincias militares/administrativas de la región omeya y abasí de Bilad Al-Sham, provincias organizadas poco después de la conquista musulmana del Levante a finales de la década de 630. Esta organización duró hasta finales del siglo XI en que Siria y Palestina es conquistada por los Selyúcidas, imperio musulmán turco (1037-1194), dinastía que reinó en los actuales Irán e Irak, así como en Asia menor entre mediados del siglo XI y finales del siglo XII que acabo con el Califato abasí y debilitaron considerablemente al Imperio Bizantino.
Se inician, entonces, las Cruzadas (1099-1291), al volver los ojos Occidente también hacia esta zona, no por motivos religiosos, sino por ambiciones de poder y control, así como necesidades de expansión terrenal, creándose en ella durante la Primera Cruzada los llamados “estados cruzados”[27], entre ellos el denominado Reino de Jerusalén, desaparecido en 1291 tras la conquista de Acre por los musulmanes mamelucos. Estos últimos toman el poder a fines del siglo XIII, dividiendo su territorio en las mamlakat (provincias mamelucas) de Damasco, Alepo, Hama, Trípoli, Safad y Karak. A la cabeza de cada una de estas provincias pusieron un virrey (naieb) que representaba al Califa. Así, en 1260 el poder pasó a manos de los sultanes mamelucos (1260-1517) de Egipto, pasando Palestina a ser una provincia de ese reino, siendo éstos quienes expulsaron de Palestina a los últimos cruzados y quienes también desafiaron a las hordas mongolas que pretendían invadirla. Los mamelucos reorganizan la zona creando seis distritos administrativos: Gaza, Lod, Qaqún, Jerusalén, Hebrón (al-Kalil) y Nablus[28]. Para finales del siglo XIII Gaza se convierte en la capital de la provincia que lleva su nombre, Mamlakat Ghazzah, la cual incluye como ciudades principales a Qaqún, Ludd y Ramla.
Para el siglo XVI, no obstante, Al Sham cae en manos del Imperio otomano, al cual se agregan Egipto y el Hejaz, y luego los antiguos territorios safávidas al este de Anatolia (Cáucaso y Mesopotamia), además de Túnez, Argelia y Trípoli en el norte de África. Los antiguos “mamlakats” de los mamelucos que existían en esa zona, junto a las nuevas áreas conquistadas son, entonces, convertidos en provincias (eyalets) turcas, a saber: el eyalet de Damasco (Sam-i-Serif), el de Alepo (Halep), el de Trablusam (Trípoli), y también los de Mosul, Bagdad y Basora (Bosra), pasando como tal a formar partes del Imperio otomano como una entidad política común[29].
Palestina paso, entonces, a formar parte del Imperio otomanos desde el siglo XVI, y su territorio, administrativamente, estuvo asociados al Eyalet de Damasco, el cual a su vez fue dividido en distritos (sanjaks), y éstos en sub-distritos (qadaas). Para ese entonces comprendía lo que para los turcos era el territorio del sanjak de Safad – con los sub-distritos de Akka (Acre) y Tabariyya (Tiberias) -, el sanjak de Lajjun (Haifa) y el de Nablus – con Qaqun, Jabal Sami, Jabal Qubal, Bani Sa´b -, el sanjak de Quds (Jerusalén) – con Halil y Quds Sarif -, y el de Gaza – con Ramle y Gazza. Lo que fue demostrado en las investigaciones realizadas por la Palestine Land Society[30], a partir de un antiguo mapa que data de 1596, tomado del registro de impuestos otomano. El 90% de los nombres usados son iguales a los que existen actualmente o a los que tenían esos lugares hasta 1948. Los que no lo son, se cambiaron de una manera muy elemental[31].
Lo examinado hasta aquí permite sostener, entonces, que el término Palestina tiene raíces muy antiguas. Pero no sólo eso. Es válido afirmar, además, que ese término se mantuvo vivo, calificando ese territorio a lo largo del tiempo, independientemente de los matices con que queda incorporado a los distintos imperios. Y sus habitantes, obviamente los palestinos, convivieron de forma común en esa región de Asia Occidental, con los que luego serán reconocidos como libaneses, sirios, iraquíes y jordanos, a cuya unificación contribuyó significativamente el islam.
Su desarrollo natural, por ende, es presumible suponer – dado las distancias geográficas y la historia conjunta y entremezclada de sus habitantes, así como el intercambio cultural entre ellos y el comercio permanente y estrecho a lo largo de los años -, hubiera conducido a la formación de un solo país si no los hubiesen dividido los colonialistas, que al terminar la Primera Guerra Mundial se repartieron el territorio del Imperio otomano[32]. Pero esta temática la examinaremos en detalle más adelante en la segunda Sección.
Digamos por ahora que Palestina, al igual que otras regiones árabes de Asia Occidental, estuvo bajo el Imperio Otomano hasta inicios del siglo XX y que antes, a mediados del siglo XIX, durante el período en el cual son aplicadas por ese Imperio otomano un conjunto de reformas conocido como la “Época de Tanzimat”, la región del Sham quedó dividida de nuevo en varias provincias (para ese momento vilayets), a saber: Basora (Bosra), Bagdad, Mosul (Musul), Deir ez-Zor, Alepo (Halep), Siria (Suriya) y el Vilayato de Beirut, así como dos zonas con estatus especiales administrativo denominadas Mutasarrifatos, la de Monte Líbano – que estaba dentro del Vilayato de Beirut – y la de Jerusalén, que era independiente.
Esa división, en lo que se refiere a la zona del Levante, quedó reflejada en un mapa que fue elaborado por una Comisión del gobierno británico, la Palestine Royal Commission[33], creada para analizar la situación de Palestina en 1936. En ese sentido, es conveniente señalar aquí que, cuando en el presente libro se habla de Palestina histórica nos referimos, precisamente, a dicho territorio. O sea, al área que abarcó desde mediados del siglo XIX el Mutasarrifato de Jerusalén, agregando la correspondiente al distrito de Acre (Akka) y al distrito de Nablus (Belka), incluidas estas dos últimas dentro del Vilayato de Beirut (ver Ilustración 2)[34].

Al terminar la Primera Guerra el territorio de los distritos otomanos que conformaban Palestina, junto al de los sanjaks otomanos que luego formarían el “Emirato»[35] de Transjordania, pasaron a ser parte del mandato británico que llevó el nombre de la primera, Mandato para Palestina. No podía ser de otra forma. Si el Mandato llevó el nombre de Palestina fue porque esa área, desde el final de la Edad de Bronce hasta finales del siglo XIX, de una u otra manera fue nombrada y conocida así y, como tal, formó parte del sur de la gran Siria. A partir del siglo VII, Palestina fue también parte de los califatos islámicos; y, a partir del siglo XVI a su vez de las provincias árabes que estuvieron bajo el dominio del Imperio otomano. El nombre Palestina ha sido el que, como hemos visto, independientemente del imperio del que formó parte, siguió siendo el más común para denominar la región ubicada al sur del Levante Mediterráneo, adquiriendo dicho nombre un estatus oficial en el transcurso de los períodos romano, bizantino e islámico. Siempre fue Palestina, aunque sus límites cambiaran, y ha existido durante más de tres milenios.
Precisar el término “Palestina”, entonces, no es un simple recurso de carácter metodológico para intentar tener una definición operacional, sino más bien una reafirmación de legitimidad, al ser – guste o no -, un conocimiento que responde al propio desenvolvimiento histórico del territorio de esa región. Así, el historiador y académico palestino Nur Masalha señala. El nombre Palestina se usó de manera común y formal en la historia antigua, (estando) profundamente arraigado en el pasado antiguo desde la Edad de Bronce tardía en adelante. El nombre se encuentra en numerosas y diversas fuentes para el Antiguo Cercano Oriente a lo largo de los últimos 3300 años… El nombre de Palestina fue utilizado por los antiguos egipcios y asirios, escritores griegos clásicos, romanos, bizantinos cristianos y árabes medievales… también es evidente en innumerables inscripciones, historias, mapas, historias eclesiásticas, crónicas, cartas, monedas y enciclopedias de la Antigüedad clásica y tardía, Palestina medieval y moderna. Durante un milenio y medio de la antigüedad clásica y el cristianismo bizantino, así como bajo el islam en la Edad Media, el término Palestina también adquirió un estatus administrativo oficial[36].
No es por casualidad, entonces, que sea después de que se crea la entidad sionista, que se intenta despojarla y deslegitimar su nombre. Y no sólo su nombre. Para robar la tierra y expulsar a los palestinos de ella Palestina ha sido despojada también de su pasado y de su historia más cercana (ver para ampliar este aspecto el Anexo 1: La gran mentira sionista: La historia herencial), y se pretende hacer un etnocidio, incluso, apropiándose desde sus pautas culturales hasta su cultura culinaria con el fin de seguir creando una “nación”, hasta ahora artificial.
El objetivo de todas estas acciones es obvio: aplastar las justas reivindicaciones palestinas, destruir su justa causa, negar la existencia de los palestinos como pueblo y liquidar su resistencia.
El Problema Principal y la Estructura de análisis
Una segunda cuestión que surge al abordar el análisis es la relacionada con la necesidad de identificar y abordar el problema general que está en la base del fenómeno estudiado, para no tropezar a cada paso con él[37]. Ese problema para los autores no está relacionado con los judíos, ni con el hecho de la creación de un “hogar judío” en Palestina o un estado para los palestinos allí, y ni aún con las propias geopolíticas imperialistas, que no son más que expresiones del cómo en la obtención de sus ambiciones de poder.
Lo que cimienta y propicia tanto el vínculo entre el Proceso de Penetración, Ocupación y Destrucción de Palestina y sus condicionantes geopolíticas, como entre todas las Etapas y Momentos dentro del Proceso internamente, sostenemos, está en el surgimiento y desarrollo del sionismo como ideología, su instalación en los poros del imperialismo y su fusión con él, siendo la aplicación de esta ideología lo que hace común precisamente – en el marco de sus diferencias -, la situación de los palestinos, a su vez, a la de otros pueblos, y define el carácter de su lucha. Aspectos claves de por sí, pero muy poco tratados en la bibliografía en general y prácticamente ausente en el tratamiento informativo de estas temáticas. Pero aspectos que ponen de relieve el distinto carácter y alcance de los polos que envuelve la contradicción entre los palestinos y sus aspiraciones, de un lado y, de otro, el sionismo y sus fines e intereses. Personificación estos últimos de un poder que va más allá de cualquier frontera territorial, y en el cual la entidad sionista no es más que la forma de existencia del sionismo, que se injerta ilegalmente en la arquitectura del Medio Oriente iniciando lo que puede llamarse la Gran Catástrofe o Gran Al Nakba, que ha envuelto no sólo a los palestinos sino, en los hechos, a toda la región. Por ello es que a su examen se dedica la primera Sección de este libro.
Por ello, constatada la existencia de Palestina en tiempo y espacio, y habiendo profundizado en el problema principal que define el carácter de su lucha – a lo cual se dedica la primera Sección de este libro -, lograr el propósito de la presente obra requirió examinar la dinámica de la lucha palestina contra el sionismo a partir de ponerla en la propia dinámica de su contexto histórico a través de los años. Lo que a su vez obliga, con el fin de ir avanzando hacia la situación actual, a examinar los cambios cualitativos más significativos que han ido caracterizando el Proceso de Penetración, Ocupación y Destrucción de Palestina considerando cada cuestión desde el punto de vista de cómo ha surgido el fenómeno histórico dado, cuáles son las etapas principales por las cuales ha pasado en su desarrollo y, partiendo de ese punto de vista, ver en qué se ha convertido en la actualidad[38]. Todo ello, claro está, sin olvidar que esos cambios están enmarcados histórica y contextualmente.
Fines que se logran con la indagación que se realiza en las Secciones II y III, aplicando para ello el llamado “enfoque sistémico del equilibrio”[39]. Abordaje metodológico que (dicho de una forma sencilla), permite dirigir la atención bajo una mirada dinámica y abierta, al flujo de actividades que conforman cada etapa y, sobre todo, a la interrelación e interdependencia entre ellas y con el resto de los elementos que participan en el proceso. Ello permitió dar una visión que abarca y tiene en cuenta los vínculos que reflejan lo que está sucediendo tanto a lo interno de la realidad estudiada, como los cambios que se van produciendo en el escenario externo (tanto regional como mundial) en que se desarrolla el proceso estudiado, y mostrar sus características, precisamente, como el resultado de la interacción y la integración de todos estos vínculos.
Elementos, todos éstos, que sostienen la tesis de que la solución de la contradicción entre los palestinos y la entidad sionista no depende sólo, ni esencialmente, de los sujetos que en ella intervienen directamente, sino de múltiples influencias.
[1] Revista Al Zeytun. No. 1, abril 2017. Año 1. Revista iberoamericana de investigación, análisis y cultura palestina.
[2] Hay más términos, digamos, que requieren algunas reflexiones, como por ejemplo el de “Medio Oriente”, pero esos los iremos viendo a lo largo del libro.
[3] Ilustración 1. La Creciente Fértil ubicada en términos geográficos actuales. Fuente: Elaborado por los autores.
[4] Asia Occidental es una de las veintidós subregiones en que la ONU divide hoy el mundo, según la división en regiones geográficas realizada por dicha Organización basada en cinco macrorregiones correspondientes a los cinco continentes del modelo continental tradicional. Y es, a su vez, una de las seis subregiones en que se divide la región de Asia, en la cual coexisten los habitantes de varias zonas como son, en el caso que examinamos, los del Levante y los de Mesopotamia, además de los de la Península de Arabia, la de Irán, los de Anatolia y los de la Región del Cáucaso. Ver: Asia Occidental. https://es.wikipedia.org/wiki/Asia_Occidental.
[5] El término “imperio” en general puede definirse como grupos de territorios que, estando sujetos a un solo gobernante – directa o indirectamente -, fueron conseguidos al menos en parte por conquistas, siendo anexados o sometidos a vasallaje. Su gobernante, en general, recibe el título de “emperador” y, en consecuencia, tiene como vasallos a otros reyes. Este título empieza a usarse especialmente – según el historiador británico Tim Cornell -, cuando estaba en pleno apogeo el imperio romano. Ver: Federico Fretes. Emperador. l octubre 20, 2018. https://www.historiando.org/emperador/#1-.
[6] Ver: Ver: Gobierno de la Comunidad de Madrid. Las primeras civilizaciones. Madrid. https://mediateca.educa.madrid.org.
[7] Al hablar de expansión islámica se tiene en cuenta la ampliación de los territorios donde esta fe se hace dominante y, en particular, la formación del Imperio islámico el cual abarco los Califatos islámicos ortodoxos (636-661), el Califato omeya (661-750) – su capital fue Damasco y convirtió Jerusalén en un centro religioso -, y el Califato abasí (750-1258), cuya capital fue Bagdad (750-972). En el caso del Imperio islámico, el término que refleja la organización de poder territorial para su conducción política, económica y religiosa es el “Califato”. Su gobernante máximo se denomina “Califa”, que es el nombre que se da al sucesor de Mahoma, el cual ejerce la suprema potestad religiosa y civil. Al morir el último califa de la dinastía Abasí ese título pasó a manos del sultán del Imperio otomano Selim I, lo que convertirá ese Imperio también en califato hasta octubre de 1923 en que se funda la República de Turquía, si bien allí el título adoptado para el gobernante máximo fue el de “sultán”.
[8] Ver: Miriam Salas. Huellas de ciudad. Capítulo 1, epígrafe 2: Las ciudades en el Creciente Fértil (La ciudad de los dioses). Mérida. Venezuela. 2002. https://sites.google.com/site/visionhistoricadelaciudad/1ciudad-antigua/ciudades-mesopotamicas/2-1-la-ciudad-de-los-dioses.
[9] El término Cisjordania empieza a utilizarse a partir del año 1948, cuando esa región es ocupada por Jordania que sustituye por el prefijo “cis” (del lado de acá) el prefijo “trans” (detrás de, al otro lado de), que occidente puso en el nombre que invento para denominar la parte del territorio otomanos que asignó a la monarquía hachemita, al este del río Jordán.
[10] Para ampliar estas temáticas, ver: Suhail Hani Daher Akel. Jerusalén. http://www.suhailakeljerusalem.com/jerusalemesp.htm; Yohanan Aharoni. The Land of the Bible: A Historical Geography; Paúl Chehade. El Problema del Medio Oriente. http://vimeo.com/16021646; Bar Yosef. The Natufian Culture and the Origin of the Neolithic in the Levant. https://dash.harvard.edu/bitstream/handle/1/12210882/2743274%202.pdf?sequence=2&isAllowed=.
[11] Carta de Engels a Marx, mayo 1853. Tomados de: Juan B Justo. Religión (Ideario) Carlos Marx, Federico Engels, Ediciones elaleph.com., página 68. http://www.insumisos.com/M4T3R14L/BD/Marx-Karl/Religion%20(Ideario).PDF. .
[12] Roger Garaudy. Palestina. Tierra de los Mensajes divinos. Parte primera, epígrafe I ¿Qué es Palestina? http://www.musulmanesandaluces.org/publicaciones/Palestina%20-%20Tierra%20Mensajes%20Divinos/INDICE%20PTMD.htm.
[13] Isaac Asimov. La Tierra de Canaán. Página 27. http://esystems.mx/BPC/llyfrgell/0027.pdf.
[14] Ver: Martin Noth. El Mundo del Antiguo Testamento. https://www.scribd.com/doc/109522141/Noth-Martin-El-Mundo-Del-Antiguo-Testamento; Mario Liverani. Más allá de la Biblia. Ed. Crítica, Barcelona, 2005. Figura 2. La Palestina del Bronce. https://www.academia.edu/7033030/Liverani_M._M%C3%A1s_all%C3%A1_de_la_Biblia_Ed._Cr%C3%ADtica_Barcelona_2005.
[15] Gordon Childe. Los orígenes de la civilización. https://www.taringa.net/+apuntes_y_monografias/los-origenes-de-la-civilizacion-gordon-childe-completo-pd_xa2la. Páginas 281-283.
[16] Ver: Prehistory of the Levant; King’s Highway. https://en.wikipedia.org/wiki/King%27s_Highway_(ancient).
[17] M. Dandamayev, “ASIRIA ii. Achaemenid Aθurā,” Encyclopaedia Iranica , II/8, p. 816. https://iranicaonline.org/articles/assyria-ii.
[18] Ver: Heródoto Halicarnaso. “Las Historias”. Libro I, página 116. http://www.enxarxa.com/biblioteca/HERODOTO%20Historia%20_Pou_.pdf.
[19] Se refiere a la losa de Nimrud, del siglo IX a. C., conocida como Calah Orthostat Slab, que resumía las primeras conquistas asirias en Siria y Palestina del reinado del rey de Asiria Adad-Nirari III (811 a 783 a. C.).
[20] Entre los griegos del siglo II a. C. se pueden citar al historiador Polibio, el historiador y geógrafo Agatárquidas de Cnido y el geógrafo y filósofo Polemon de Atenas. Entre los escritores romanos del siglo I antes de Cristo, a Ovidio y Tibulo. Y, a Pomponio Mela, Dio Crisóstomo, Estacio y Plutarco cuando hablamos ya de nuestra era. Ver: The name “Palestine; https://www.preceden.com/timelines/217345-the–palestine–name; Timeline of the name «Palestine». https://en.wikipedia.org/wiki/Timeline_of_the_name_Palestine.
[21] Ver: Plinio el Viejo. Historia natural. Libro V. Descripción de África y Asia. Puntos 66 al 69. http://www.historia-del-arte-erotico.com/Plinio_el_viejo/libro5.htm.
[22] Ver: Pedro Giménez de Aragón Sierra. Revisión del mapa de Judea y la Decápolis (ss. I a. C. – II d. C.). SPAL MONOGRAFÍAS XV. Universidad de Sevilla. V Reunión de historiadores del Mundo Griego. Sevilla, 2011. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3827854.
[23] Alejandro Egea Vivancos. Poblamiento romano en el Alto Éufrates Sirio. Tesis Doctoral. Universidad de Murcia. 2002. Capítulo 4. El norte de siria en los periodos romano y bizantino. Contexto histórico. https://www.researchgate.net/publication/28171447_Poblamiento_romano_en_el_Alto_Eufrates_Sirio.
[24] Según escribe el erudito musulmán Abd al-Ghani al-Nabulsi en 1689, Bilad Al-Sham is the most blessed country. This is where the righteous prophets are, every one of them, buried, but for the ultimate messenger Al-Sham unites what stretches from ´Arish to the bountiful land of the Euphrates. From Jisr al-Masih it extends lengthwise to Tarsus and from Jaffa likewise to Ma´an thus does Al-Sham encompass all this land. En: Stevie Tamari. The Land of Syria in the Late Seventeenth Century: Abd al-Ghani al-Nabulusi and Linking City and Countryside through Study, Travel, and Worship. En: Grounded Identities. https://brill.com/view/book/edcoll/9789004385337/BP000006.xml.
[25] Nur Masalha. Palestine: A Four Thousand Year History. https://www.scribd.com/book/382791470/Palestine-A-Four-Thousand-Year-History. Ver también: Steve Tamari. Bilad al-Sham, Arabic for Geographical Syria. https://insidethemiddle.wordpress.com/2012/04/13/bilad-al-sham-arabic-for-geographical-syria/.
[26] Ver: Yuri Galbinst. Islam: de Rashidun al califato abasí. Cambridge Stanford Books. https://books.google.ca/books?id=FePNDwAAQBAJ&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false.
[27] Los “estados cruzados” se refiere a las entidades políticas surgidas a finales del siglo XI en el oriente europeo y el Mediterráneo producto de la ocupación cristiana-católica en la llamada época de cruzadas. Define esencialmente a los Estados latinos que se establecieron en el Levante para defender los logros de la Primera Cruzada (1095-1102), a saber: los condados de Trípoli y Edesa, el Principado de Antioquía y el Reino de Jerusalén. Este último fue el más importante. Ocupaba una franja estrecha de tierras costeras que incluía los feudos de Acre, Tiro, Nablus, Sidón y Cesárea entre otros, estando dividido, a su vez, en varios “señoríos”. Uno de cuatro mayores fue el de Transjordania, una importante fuente de ingresos debido a las numerosas rutas de caravanas musulmanas que pasaban por allí. Todos los estados cruzados tuvieron que enfrentar la resistencia de la población siria y palestina (sirios, griegos, árabes y armenios) y, en especial de los campesinos, convertidos en siervos frente a sus señores-protectores. En el año 1187, luego de la Tercera Cruzada, el grueso del territorio en manos de los cruzados pasa a manos de Saladino, sultán de Egipto y Siria y, después de la muerte de éste, a la de sus hijos, dejando un legado duradero cuando se funda la dinastía ayyubí que gobernó hasta 1250 en Egipto y 1260 en Siria, siendo derrocada por los mamelucos. Ver: Mijail Zaborov. Historia de las cruzadas. Ediciones Akal, 1988, y Mark Cartwright. Kingdom of Jerusalem. https://www.ancient.eu/Kingdom_of_Jerusalem/.
[28] Walid Khalidi (1984). Before Their Diaspora, págs. 27-28. Institute for Palestine Studies, Washington DC. http://btd.palestine-studies.org/content/introduction-last-days-ottoman-rule-1876-1918.
[29] Ver: Colin Imber. The Ottoman Empire, 1300-1650. https://web.archive.org/web/20140726115700/http://www.fatih.edu.tr/~ayasar/HIST236/Colin%20_Imber.pdf; Administrative divisions of the Ottoman Empire. Ver también: Steve Tamari. Bilad al-Sham, Arabic for Geographical Syria.http://Ver también: Steve Tamari. Bilad al-Sham, Arabic for Geographical Syria.
[30] La información procede de las investigaciones realizadas por la Palestine Land Society, sociedad académica independiente sin fines de lucro dedicada a la investigación y la recopilación de información sobre Palestina, la tierra y su gente, fundada y presidida por Dr. Salman Abu Sitta, reconocido investigador palestino. Ver: Palestine Land Society. https://www.plands.org/en/home; Palestine 1596. Map Home. https://www.plands.org/en/maps-atlases/maps/palestine-1596.
[31] Al Akbar Yazan Al-Saadi. Entrevista a Salman Abu Sitta. 5 de agosto de 2012. The Palestinian History Weapon (El arma de la historia palestina). https://www.plands.org/en/articles-speeches/articles/2012/the-palestinian-history-weapon.
[32] Lo que al parecer ya estaba presente en el pensamiento islámico anterior, habiendo sido los conceptos Filastin, biladuna (nuestro país), al-Sham (Siria), Misr (Egipto), y diyar (país), mencionados por Jair al-Din al-Ramli, autoridad académica islámica nacido en 1585 en Ramla, ciudad palestina, en ese momento gobernada por los otomanos, en sus escritos religiosos al-Fatawa al-Khayriyah de 1670, en un sentido que parecen ir más allá de los objetivos geográficos, lo que es considerado como una conciencia territorial embrionaria. Ver: Haim Gerber. «Palestine» and Other Territorial Concepts in the 17th Century. International Journal of Middle East Studies Vol. 30, No. 4 (Nov. 1998), páginas 563-572. Published by: Cambridge University Press. JSTOR. https://www.jstor.org/stable/164341.
[33] Palestine Royal Commission. Report, 1937. Appendices, Map No. 1. Pre-War Turkish Administrative Districts in Syria and Palestine. https://ecf.org.il/media_items/290
[34] Ilustración 2. Palestina histórica y su ubicación en los vilayatos otomanos de la zona del Levante a inicios del siglo XX. Fuente: Elaborada por los autores.
[35] Un “Emirato” es un tipo de monarquía con poder absoluto a cuya cabeza se encuentra un “Emir”, que significa príncipe o caudillo árabe. En la actualidad existen varios emiratos en Medio Oriente: Catar, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos, que es una confederación formada por siete emiratos.
[36] Nur Masalha. Palestina: una historia de cuatro mil años. Introducción. https://www.scribd.com/read/382791470/Palestine-A-Four-Thousand-Year-History.
[37] Ver: V.I. Lenin. V Congreso del POSDR, 1907, T. 15, OC, Progreso, Moscú, 5ta Edición, p. 387.
[38] V. I. Lenin. Acerca del estado. Obras Completas en español, Tomo 39, página 67.
[39] Ver: Marcelo Arnold y Francisco Osorio. Introducción a los Conceptos Básicos de la Teoría General de Sistemas. Departamento de Antropología. Universidad de Chile. https://www.moebio.uchile.cl/03/frprinci.html.